Una vida de recuerdos tengo, recuerdos que me hacer ser lo que soy ahora.
Recuerdo mi primer recuerdo, algo confuso pero tan real, como veía a mis papás forzándome a tomar el peor remedio de la historia, como ese sabor amargo llegaba a mis entrañas y de la misma forma, rápida y escalofriante, abandono mi cuerpo, fluyendo por mi garganta y cayendo sobre los pies, luego los gritos, luego el llanto, luego se acaba.
Recuerdo mi casa, mi antigua casa, ese patio grande, donde el sol se posaba sobre los racimos de uvas, donde los juegos eran el escape a una vida que no comprendía.
Recuerdo los primeros juegos, el trío de mocosos con los que me aventuraba en la fantasía, el señor Carlitos que se perdió una tarde, ese muñeco que generaba debates sobre si era él o ella. El trío se marchó y mares nos separan.
La recuerdo a ella, la recuerdo en la cocina, recuerdo el olor a cebolla, el olor a eucalipto y el olor a miel. La recuerdo con una sonrisa. Ella que me enseño a vivir. Ella que me dejo tan pronto. Su cuerpo estuvo pero su mente se marcho; o se escondió? no lo sé y ya no lo sabré porque nunca la busque y ahora es muy tarde para eso.
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