martes, 25 de marzo de 2014



Uno tiene que saber reconocer el amor de la vida cuando lo conoce, fijarse en las señales, en el brillo de sus ojos, en la valentía del primer paso, en el sudor de sus manos, en la luz de la sonrisa, en el zumbido al final de las palabras, en el olor de su aliento, en la atención de su mirada, en los pequeños brincos que da al caminar, en la agudeza de su voz.... uno tiene que saber que es el indicado, justo por el revolcon que va del corazón hasta el estomago, por el mareo, por el calor debajo del ombligo... pero más porque el alma parece querer salir para encontrarse con la suya.

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